jueves, 9 de agosto de 2012

09-08-12 Todo se sanseacaba

Y así ocurre en todo viaje, que lo que una vez empezó, alguna vez tiene que terminar. El título de la entrada es un simple homenaje a Mafalda, cuando se cumple el 615 aniversario de la primera vez que la leí de pequeñito, no entendía nada, pero me reía igual y me hacía pensar casi lo mismo.


Dejamos Chateaubriant y, sin destino fijo ni dónde caernos muertos (o dormidos) seguimos yendo hacia el sur, donde hace calor.

Y vaya si hacía calor. Nos preguntábamos en ese momento que si en Bretaña hacía 35 grados qué no sería el cálido y agradable Madrid que nos esperaba al día siguiente.

En esto pensábamos cuando llegamos a Guérande, de donde la famosa sal. Pueblo amurallado y fortificado.. y petado de gente.


Dada nuestra apremiante necesidad de buscar alojamiento (recordamos que habíamos huido del tongo-bosque de Broceliande dejando plantados a unos señores de una casa rural) nos dejamos aconsejar por la señora enjuta de información que nos mandó a Saint Nazaire, dado que en Guérande sería imposible encontrar nada.

Hasta llamó a un hotel y les dijo que iríamos. El tal hotel era el Le Korali, sito en medio de unas obras que ni la reconstrucción de Sarajevo. Sin duda, Korali, en bretón, significa Hotel del Miedo.

La foto está cogida del internés y no refleja ni por asomo el pánico que nos entró al verlo.

En frente había otro hotel en el que la amabilidad y picardía del hostelero bretón medio quedaron  patentes. ¿Precio para una noche (eran las 7 de la tarde)? No sé cuánto nos dijo, como 70 euros.
Lo curioso es que nos lo dijo mientras nos adentrábamos en un pozo oscuro lleno de escombros, escaleras de obra, botes de cemento y mientras nos enseñaba el interior del hotel, construido en 1955 y no tocado desde entonces.

Nos dio también mucho miedo y huimos. Menos mal que acabamos en el Holiday Inn, en una cuca plaza, con su centro comercial y su base de sumbarinos de la II Guerra Mundial. Lo normal.
Tras pedirle matrimonio a la chica de recepción y constatar que Saint Nazaire tiene el encanto de un párking subterráneo pusimos pies en polvorosa hacia lo que habíamos visto más mono en los alrededores: Guérande. Nuestra última visita en Bretaña 2012.

Nos adentramos en su casco medieval, en sus callejas con casitas de entramado de madera, sus montones de restaurantes, sus millones de personas, su iglesia... su fiesta folclórica donde tocaban unos chienflutes (recuerden, perroflautas) llamados algo así como El Tipo Gordo de las Botas Rojas o Los pesados que tocan estilo Celtas Cortos de las Botas Rojas... no sé, algo de las Botas Rojas.

Ese era el día en el que Usain Bolt tenía que machacar en los 200 metros en los Juegos Olímpicos y unos turistas de sillonbol como nosotros no podíamos dejar de presenciar el evento, con lo que, tras el paseo, nos pusimos a la búsqueda de una tele como dios manda, en un lugar con su tirador de cerveza como dios manda.

Y lo encontramos, si bien lo que más nos costó fue hallar la joyería de guardia para comprar los anillos para declararnos a las camareras. Salvo eso, el lugar estaba en la plaza, al pie de la iglesia y las pizzas eran extraordinarias (aunque para descontento de P. tenían queso del fuerte muchas de ellas).


 Sentaditos a cenar teníamos la catedral a dos pasos


Así de cuco era el Café du Centre, donde vimos a Usain Bolt ganar los 200 metros y donde los mosquitos eran mutantes

Y todo se acaba, mes amis. El resto fue tomar un heladito, volver a Saint Nazaire y acoplarnos la mañana siguiente en nuestro avioncito de vuelta a Madrid tras una hora extra de espera, cortesía una vez más de Iberia.

Y el año que viene, seguro que más, porque el Festival de Lorient ha tenido a bien que en 2013 la estrella invitada sea nada menos que ¡Asturias!, con lo que ya nos estamos viendo acodados a la barra de la super carpa asturiana viendo cómo jotas, miuñeiras y meñiques pasan ante nuestros ojos.

Y no nos importa que Bretaña cierre pronto, ni que sea un país de payasos, ni que las bombardas sean, efectivamente, armas de destrucción masiva, ni que el hostelero bretón tienda a la bordez, ni que los señores bretones con mochila no nos dejen ver en los desfiles, ni que el gepeese no sea capaz de encontrar lugares como Kérplouc o Plougastro..

No nos importa, porque Bretaña es una región estable, magnífica y estable (ah, que ya lo he dicho). Es que es muy estable.

Con suerte, igual el año que viene volvemos a ver el Circo Massimo, al primo del señor Jilguero, a Hélène, a Aysé o a Maud. Y a Tati, a María y a Gabrielle. O incluso a Monsieur Poubelle, quién sabe.

No se puede acabar esto más que de una forma y es como el año pasado:

Bretaña, Zona Húmeda
Bretaña, una región estable
Bretaña

On y reviendra, Breizh.

09-08-12 ¡¡Por fin unas ruinas!!

Puestos en modo pàs y huyendo como estábamos, una propuesta se hizo irresistible: ¿Chateaubriant?

Chateaubriant era uno de los lugares que nos habíamos dejado en el viaje anterior por visitar dado lo cargado de la agenda. Promesa de castillo y de carne con denominación de origen que esta vez no dejamos pasar.

Aunque, desde luego no fue gracias a Pili, nuestro GPS, que decidió torearnos un poquito por las carreteras comarcales de la zona.

Claro, que eso nos pasa por poner como punto intermedio del trayecto el Museo de Coches Clásicos de Lohéac. Menos mal que la blackberry nos permitió descubrir que la tarifa era de 10 euros y pudimos evitar otro tongo más en el viaje y, así, llegar a otro lugar bretón, es decir, a otro lugar que cierra pronto.

Esto vuelve a tener su lógica: ¿castillo súper renombrado? ¿un lugar que da título a un tipo de corte de carne? ¿mes de agosto? Tó cerrao. Ahhhh, claro, que eran las 13,30. Non, non, non, non, non. La cuisine est fermé. Desolé. Ohhh, pàs, pàs, pàs. A esas alturas hubiéramos llamado a Santiago Segura, pero el del Día de la Bestia, para que la emprendiera con la escopeta de cañones recortables con todos los locales de cocinas cerradas.

 Con 35 grados a la sombra, voilà, la catedral de Chateaubriant
(que en francés quiere decir Pueblo Cerrado)

Afortunadamente, conseguimos localizar, bajo el sol abrasador, un local de MUY agradable jardín, con una MUY agradable parrilla de leña y una MUY rica carne que se apiadó de nosotros y nos dio de comer. Eso sí, menos mal que queríamos carne, porque ya nos pre advirtió que dadas las horas no nos iba a dar nada más.

Bretaña cierra MUY MUY pronto.

Para que se hagan una idea de los puñeteros horarios bretones, las fotos que ahora verán del castillo están tomadas entre las 3 y las 4 de la tarde, después de una larga y ancha comida con vino y café. Estanlocosestosbretones.

Pues eso, que bien comidos, nos acercamos al castillo y básicamente nos colamos en él. A día de hoy ignoramos si había o no que pagar, ni dónde, creemos que sí, pero nos hicimos el turista despistao y nos metimos en el lugar que se muestra a continuación y sobre el que pa qué más palabras.

Bueno, quizá sólo unas pocas, las de P., amante confeso de las construcciones en ruinas que ante la visión de los restos del castillo, afirmó vehemente y asombrado: ¡¡por fin unas ruinas!!.

Helas.










09-08-12 Arturo, un tongo y el Modo Pàs

Jueves, el día del tongo que todo viaje tiene que tener.

El año pasado fueron los monumentos tongolíticos de Locmariaquer, y éste, el tongo-bosque de Broceliande, donde se ubica la leyenda de Arturo, Morgana, Merlín, Lancelot... TONGO.

Allá que nos vamos, muy contentos de tener reservada casa rural en pleno bosque broceliandés.

El día comienza con un clásico, la visita a una sidrería. En este caso, ya conocida, pues se trataba de nuestra primera sidra bretona.



Voilà le paillase

El camino hacia Broceliande nos permitió admirar la fauna local, ya se sabe, los camellos.

 Estánlocosestosbretones

Incautos de nosotros, e ilusionados -todo hay que decirlo- llegamos a la oficina de turismo de Paimpont (léase peimpón o tenis de mesa), sita en un lugar que, de entrada, nos asustó.



Y eso que no vieron al poseedor de la tal burra.

En fin, el lugar era éste:



En Paimpont nos hallábamos como centro de actividades que era donde aprehender teóricamente el espíritu artúrico, pero ya empezamos mosqueados ante la presencia en la oficina de turismo de literatura excesivamente profusa sobre las leyendas, muñequitos de Merlín, súper maqueta de la zona...

Nos informamos y la comercial de la oficina de turismo (y digo comercial porque era de las de técnica agresiva estilo inmobiliaria) nos empieza a loar las alabanzas del lugar y nos pretende convencer de que para ver la fuente de nosequé, donde fulano prometió amor eterno a mengana (o sería Morgana?), el sendero de nosecuál donde refulgía la espada por encima de las tinieblas, el roble pepito y cuatro chateaux patatez teníamos que pasar allí... ¡¡dos días!!

Nuestra conversación fue: pues haga el favor de hacernos el favor de llamar a la casa rural que tenemos reservada y les dicen de nuestra parte que se nos ha olvidado echarle de comer al periquito y que igual nos hemos dejado abierta la llave de paso del gas y que tenemos que volver urgenetemente a España. Ah, y que si saben contar, pues eso.

Sí, lo sabemos, está mal, pero habíamos entrado (yo, más en concreto) ya en MODO PÀS, abducidos por Broceliande-Tongoceliande.

El modo pàs consiste en que a toda propuesta que surja en el seno del grupo uno contesta pàs, pàs, pàs, si es posible jilguereando al modo bretón. Como los niños pequeños se crizan de brazos y le dicen que NO a todo. Pues así.

La entrada en barrena en el modo pàs hizo que huyéramos de allí sin rumbo fijo, siempre hacia el sur, sonde hacía calor (recuerdo para Maud), acercándonos a la zona nantesca (o nantesiana) y dejando, esperemos que para siempre, a Arturo en su tongo-bosque.

Durante este trayecto, entre Paimpont y la costa (unos 120 km) volvimos a cruzarnos con varios circos.

Como el viaje va tocando a su fin, queremos recordar en estas líneas de nuevo a esos grandes profesionales de la farándula, a esos funambulistas, domadores de pulgas, contorsionistas... y, por supuesto, payasos. Un recuerdo nostálgico para Joseph Boulogne, los hermanos Fratelli, el signore Zavatta, monsieur Jean Richard Pinder (Bueno) y en general a esa pléyade de artistas yan necesaria en un país en que la familia media, y estable, está formada por un padre, una madre y tres niños pequeñitos.

Bretaña, país de payasos.




miércoles, 8 de agosto de 2012

08-08-12 Estudio sociológico sobre la educación del francés

La experiencia de aquí los viajeros en Francia, no se puede decir que sea exhaustiva, pero sí creemos que vale de muestra sociodemográfica. Prácticamente todas las zonas de Francia (continental) han sido holladas por estos pies nuestros que se han de comer la tierra. Desde lugares eminentemente urbanos como París, Nantes, Estrasburgo, Orléans, Lorient, Metz, Cahors, Rennes, Niza... hasta otros purititamente rurales como el Loira profundo, el Périgord o, estos dos últimos años, Bretaña y sus interioridades.

Con todo, uno piensa que es cosa suya, que exagera, que en todas partes cuecen habas... El caso es que cada palabra que pensábamos sobre la forma de comportarse el francés en sociedad: educación, buenas maneras, eso que se llamaba antes urbanidad... dejaban mucho que desear.
Pero la familia francesa que encontramos en Lorient aquella noche con acento español, en general todos los franceses con los que cruzamos varios párrafos ese día (como el tipo de la Citroen de Vigo) corroboraron todos nuestros pensamientos, que se resumen en este exhorto que a buen seguro levantará ampollas y provocará que los gendarmes se lo piensen dos veces antes de volvernos a dejar pisar suelo francés:

Existe una cantidad muy importante de franceses de todos con los que nos hemos cruzado/interactuado que adolece de una falta de educación básica brutal:
-No ceden el paso jamás
-No se apartan, aun flagrantemente molestando
-No se disculpan
-Consideran que el espacio que hay a partir de 2cm de donde tú estás ya son aguas territoriales propias y lo ocupan
-Se cuelan descaradamente...

El caso de la hostelería, tanto recpeción de hoteles, casas rurales, camareros tenemos grandes y elocuentes ejemplos de a quien le dices que no sabes bien francés y aprovecha para, con su mejor acento cerrado seguir soltándote su letanía.
No es escaso el número de camareros que empieza a arrastrar mesas, sillas y sombrillas estruendosamente para "hacerte ver" que cierra.
Y hablando de cerrar, durante esta semana (a lo que añadiríamos ejemplos ya escritos en el blog del año pasado), nos deben de haber cerrado cocinas en las narices una docena de veces:
-Desolé (eso sí, el desolé siempre en la boca) pero son las 14,02 y la cocina de este local puramente turístico sito en una plaza abarrotada de gente cierra a las 14.
-Desolé, los moules sólo por la tarde (¡pero si no hay más que cocerlos 2 minutos!)
-O, desolé, es que es domingo y ya quisieran los que practican el sabbath hacer menos cosas que los hosteleros franceses en domingo.

Y qué hay de esa afición a ponerse en las gasolineras en el surtidor de atrás, ocupando así dos o tres espacios. O esa otra de considerar en las rotondas que ya pararás tú, que él tiene que salir por ahí y sale.

Conciertos y desfiles. Pa qué te vas a mover medio metro si así me puedes meter el codo en el hígado o la mochila en la garganta. O por qué quitarse la gorra de visera kilométrica en un local cerrado.

En fin...

Afortunadamente, y para no ser hackeado por el Grupo Bretón de Indignados por Comentarios Injustos, diremos que, a cambio, hemos encontrado gente maravillosa, súper amable y cariñosa que nos ha engrandecido el viaje. A cambio, volveremos a España y nos toparemos con gente como los camareros del Café Comercial, que de todo hay en botica.

BZH, Bretaña Zona Húmeda, he dicho.
 

08-08-12 ¿¡Y el Café Noir!?

Nos despedimos del Doaine de Quéven, esta vez sin incidentes bizarros, y nos despedimos de Lorient. Destino: Malestroit (pronúnciese [maletguá]).

Pueblecito con sus casas de entramado, agradable para un paseo y a la que el carácter principal se lo daba el precioso paseo a las afueras bordeando el canal de Brest a Nantes.

Hey, pero si es el famoso canguro gaitero. Que digo yo, siendo esto una casa medieval medieval y no siendo descubierta Australia hasta un porrón de siglos después, ¿qué pinta este canguro tocando la gaita?. Estanlocosestosbretones.





Dado el carácter eminentemente deportivo de nuestro viaje de este año, evitamos cualquier contacto con la naturaleza o con la posibilidad de realizar una vía verde. Pero apuntamos los datos, a ver si en una transmutación futura nos decidimos por cambiar nuestro mood.

En estas, ya estamos notando en nuestros cerebros la llamada del Café Noir de Rennes, aquel que nos acogió en sus pechos nuestro primer día en Bretaña.

Llegamos a Rennes, nos acomodamos en nuestro más que acogedor hotel en la mismísima plaza de la Gare, volvemos la esquina y ¡zas! , en toda la boca.

Nuestro plan de moules, pizza, Affligem y Juegos Olímpicos se desbarata por unas oportunas obras de remodelación del Café.
Estimados señores dueños del Café Noir: ¿no piensan que quizá unas obras de remodelación de un local como el suyo, situado a 50 metros de la estación de tren, lugar de tránsito sin fin para los turistas que quieren acercarse al centro, no piensan digo ¡¡que sería mejor hacerlas en noviembre o en febrero que en pleno agosto!!. Se ve que no. Bretaña, país de payasos y bombardas.

Afortunadamente, a pocos metros el Café Sourcuff consiguió un efecto parecido, aunque algo atenuado debido al impenitente calor y la bordez de los camareros.

Este último será tratado con profusión en la siguiente entrada de este blog, dedicada a la educación del francés medio.

El resto de la tarde fue paseíto por el centro, abarrotadas las terrazas de jóvenes y jóvenas, dado que los 44 grados de Madrid, en Rennes se convierten en unos más que agradables 25.

Mejillones en una moulerie tongo, cervecita, más paseo y pa casa.

LAs vistas de la Place de la Gare desde nuestro floreado balconcillo



 Uno se plantea por qué en tantas ciudades bretonas hay plantificado un tiovivo en la plaza. De nuevo tenemos que acudir al paréntesis étnico-demográfico para salir de dudas. Familia bretona que va al tiovivo unida, permanece estable. Y Bretaña otra cosa no, pero estable lo es un rato.

Esta teoría aún tenemos que aquilatarla más con hechos ciertos mediante descubrimientos con cámara oculta o algo, pero sospechamos que en Bretaña, a los niños los meten en edificios como este así como a los 5 años y no los dejan salir hasta bien pasados los 13. A ellos, en todo caso no los dejan salir hasta que alcanzan un parecido con Benzema suficiente. Y ellas, sólo pueden salir si han aprobado el examen final de clavel reventón.
Esta es nuestra teoría, basada en el hecho que por la calle sólo ves niños pequeñitos, Benzemas o claveles reventones. Pero busca tú chavales/as de 10-11 años. Que no existen, se lo decimos P. y un servidor. Aquí que los deben de tener encerrados.

martes, 7 de agosto de 2012

07-08-12 Una noche con acento español

Es aquí donde nuestro acento español cobra importancia hasta convertirse en el hilo conductor del resto de la noche.

Escena I:
Acabábamos de dejar a las chicas y payasos de Ny Fennee con sus palitroques y nos hallábamos acodados una vez más a la barra del pabellón gallego. A nuestro lado, una familia francesa (extraña, sin duda, porque en vez de tres niños pequeños tenían sólo una hija y mayor) intenta hacerse explicar en español que querían 2 caldos, 2 raciones de zamburiñas y 2 de empanada.
Aunque se veía que estaban bien alimentados, la petición nos asustó e intercedimos para que no les fuese a dar una indigestión y para que redujesen la comanda a la mitad.

Ello dio pie a una agradable charla con ellos y así descubrir que la gran pasión de su vida era Galicia y, en concreto, Muxía, donde se dejan caer en cuanto tienen ocasión.

Tras la conversación de la noche anterior con el pollo bretón de la Citroen de Vigo empecé a comprender que a muchos bretones se la suda bastante eso de ser franceses.
Frases como "qué gusto oír hablar en gallego" o "yo cuando oigo la Marsellesa directamente apago" dan medida de lo dicho y de lo que queda por decir.



Escena II:
Tras el fiasco del Bagad de Lann Bihoué, no pudimos hacer otra cosa que volver a por el albariño, siempre fiel, que Galicia tenía para nosotros.

Y entonces:
-Qui parle espagnol?????
-Attend, attend, attend, attend, Aysé. Ce mec, il parle espagnol!!.

El mec era yo y la que tenía que acudir a la llamada, Aysé, una chica con un español fantástico y súper gracioso, con un deje ourensán conseguido tras las prácticas veraniegas en el mismísimo Ayuntamiento de Ourense.

Un clon de ella llamado Hélène (o Helenå), tan graciosa como su hermana, pero más dicharachera, a cambio decía que no hablaba ni papa de español a pesar de haberlo estudiado en el cole durante 7 años. Como nosotros, que nos pasamos la vida estudiando inglés para aprender a decir mal Jelou, jelou. Mentira. Lo hablaba. A su modo.

Escena III:
Tras estos dos episodios, aconteció uno tercero en el Fest-Noz diario. Allá que me acerco al Quai de la Marine a ver cómo hacían meñiques los bretones. Algo así, para los que no tengan leído el blog del año anterior:


La cosa es que se me acerca una chica, rubia ella, guapa ella, incauta sin duda ella, hablando con un acento tremendamente divertido fra-mex y me dice (aquí viene lo de incauta) las ganas que tenía de hablar español. En habiendo, como había, montones de españoles por allí, la cosa sorprende.

El caso es que la pobre, Maud de nombre, ingeniera de estudios y encantadora de apelllido, se empeñó en que servidor, nacido con dos piesz izquierdos, me iniciase en el mundo del baile de meñiques. Por supuesto, fracaso total.

La posterior aparición de un Benzema que procuró su atención hizo que nos separáramos, hasta la

Escena IV:
P., que está en todo y que no había perdido hito de cuanto había sucedido en la última hora, consiguió reunir al grupo para hacer pandi (pandilla, grupo, entiéndaseme, que uno se pone a hablar como si tuviera los 15 años de hace 30 años y claro).

En ese grupo heterogéneo, las hermanas Hélène y Aysé, Maud, un tipo que andaba por allí, algún gaiteiro suelto, P. y yo mismo, destacó, por reincidente, una joven francesa que se empeñaba en decir vamos a tronar el cacahuete unas veinte veces por minuto a grito pelado (Mélanie, ahora lo sé). Googleado el término y encontradas sólo 2 referencias, me ahorro dar la explicación correspondiente.

Reunido el grupo, y por esas cosas que tiene el ser personas con don de gentes, nos tropezamos (las 2 de la mañana ya no las daba el campanario) con algunos componentes de los varios grupos gallegos y asturianos que habíamos visto en aquel par de días, más Tati y María, nuestros proveedores sin par del pabellón gallego.

Todos juntos como hermanos rematamos en la carpa asturiana (pabellón sería demasiado generoso). Llega la hora del cierre, pero nuestra gracia gitana induce a los de seguridad a permitirnos seguir por allí un rato y a los camareros, cómo no, a invitarse a una caña. A decir verdad, dadas las temperaturas y nuestra tiritona, igual hubiéramos preferido un caldo.

A la salida, ya sin Maud, pero con Aysé, Helenå y Tronar-el-cacahuete, las fuerzas de seguridad, con su envergadura más que considerable, nos indicaron amablemente que nos fuésemos pirando de la zona del festival si considerábamos que acabar con todos nuestros huesos en su sitio era un buen final para esa noche.

Y ese fue el final. Por este año, Lorient se apaga. Pero volveré, volveremos.

Gracias a todo el pabellón gallego: abur, María e mais Tati, au revoir Gabrièlle (e a Nacho, o xefe)
Graciñas ós xenios, Vaamonde, Lamas & Romero
Tnx to Manx, Barrule
Merci aux bagadou (menos al de Lann Bihoué que ya nos cae mal)
Et au revoir et a bientôt, Aysé, Helenå et Maud, que se fue al sur, donde hace calor.

EL festival se nos acaba, pero el viaje continúa aún un poquito más

 La foto está repetida del blog del año pasado, pero las imágenes serían calcadas...

07-08-12 El Bagad de Lann Bihoué nos deja de caer bien

Nuestro apabullante conocimiento de Lorient hace que no tardemos en dejar el coche más de media hora y a apenas tres leguas de la zona del festival. Ecselente.

Con puntualidad bretona, llegamos al pabellón gallego, nos hacemos fuertes en la mesa más mejor de todas y Tati, amable como siempre, pone ante nuestros ojos una botella de albariño con la cual disfrutar más, si cabe, de Vaamonde, Lamas & Romero. Recordemos que P.  la noche anterior no los había visto debido a la esisión del grupo (del nuestro, no de Vaamonde, Lamas & Romero) y que tenía ganas de verlos tras los elogios por mí vertidos.

De nuevo sin fallos, de nuevo bárbaros, de nuevo divertidos, el trío pasó a convertirse en el tercer grupo del ya macrofestival que alguna vez montaremos en Madrid (recordamos que a los mencionados gallegos les acompañarán en cartel, Barrule y Tiruleque).


 Para ver a Vaamonde, Lamas & Romero no hay edad

5 minutos. Ése fue el crédito que les dimos a Ny Fennee, un grupo tradicional de danza de la Isla de Man, crédito que lamentablemente desperdiciaron, aunque el comienzo había sido prometedor.
Las pequeñitas de Ny Fennee, justo antes de que salieran unos payasos con unos palitroques y comenzaran a ahuyentar al público.
Una lástima, porque sus hermanas mayores tenían actuación en otro lado y esas sí que... en fin, que eran grandes bailarinas.

No nos quedaba otra salida: nos teletransportamos de inmediato a la barra de Galicia con nuestro albariño y, para asentarlo, una (gran) ración de empanada, todo ello previo a lo que prometía ser el gran evento al que íbamos a acudir en Lorient: el 60 aniversario del Bagad de Lann Bihoué.

Dejo para la posterior entrega el encuentro con la familia francesa y paso a narrar el magnífico evento al que íbamos a acudir.

El año anterior habíamos descubierto el Bagad de Lann Bihoué, a quienes vimos tres veces durante los apenas tres días que estuvimos en Lorient. Quedamos encantadísimos con su performance y especialmente con su director Christophe Le Govic, todo un showman.

Pero este año teníamos la mosca detrás de la oreja. El día del concurso de bagadou (el plural de bagad para aclarar) vimos a nuestro Christophe como director de otra banda y al día siguiente, durante el gran desfile mundial de las naciones celtas comprobamos que el bagad de Lann Bihoué había pasado a estar dirigido por un tipo desagradable y payaso. No era el más desagradable y payaso de todos, éste:



sino uno también desagradable y payaso, pero menos. Éste:



O era al revés. Bueno, fuese el uno o fuese el otro, el caso es que nos presentamos, cerveza en ristre, al concierto y nos quedamos pasmados ante la megacola que había esperando, una cola en la que P. y servidor, ya talluditos, no éramos precisamente los más mayores. Los más pequeños tampoco (recordemos la sempiterna presencia de niños pequeñitos y rubios en Bretaña), pero casi.

En ese momento no lo sabíamos, pero acabámos de entrar en lo que un par de días después definimos como modo pàs: las cosas empiezan a no encajar y uno se vuelve negativo y prevé todo negativo. Es verdad que la espera se hizo más agradable con la presencia de un niño llamado Phineas (Fíneaz según su graciosa pronunciación), pero el caso es que, con otra cerveza en ristre, entramos en la sala y nos ubicamos céntricamente.



La cosa prometía

La experiencia del año pasado con the Chieftains, más la de éste con el desfile ya me decía que los bretones de modales a la hora de estar en un concierto andan escasos, pero este año me las tuve que ver con Ornella Ballenatto y sus poderosos e inamovibles 120 kg. 

El comienzo fue descorazonador, echamos de menos a Bisbal marcándose el Ave María y P., con buen criterio, promovió un paso atrás hacia la zona descongestionada, lo que nos permitió empezar a gritar como posesos y a explayarnos cuando salió un tipo -qué sé yo el ejemplo para España, una especie de Serrat + Dyango + Víctor Manuel- a cantar una canción que todo el mundo coreaba (todo el mundo... en fin, ya he dicho que nosotros éramos de los jovencitos).

Oigan, que el tipo sería un crakc y la canción un himno para la Francia, pero que los que estaban detrás eran un bagad.

No sé, es como si en un concierto de Milladoiro salen Los Lunnis.

Despotricamos todo lo despotricable y, sí, tras haber pagado no sé cuántos euros, a la media hora de haber empezado el concierto, escupimos en el suelo al modo de la mafia siciliana y abandonamos al Bagad de Lann Bihoué, que ya nos caía mal, y volvimos a refugiarnos en sagrado.

Y ahí es donde el acento español cobra importancia.

No se vayan, amiguitos, que aún hay más.