miércoles, 8 de agosto de 2012

08-08-12 Estudio sociológico sobre la educación del francés

La experiencia de aquí los viajeros en Francia, no se puede decir que sea exhaustiva, pero sí creemos que vale de muestra sociodemográfica. Prácticamente todas las zonas de Francia (continental) han sido holladas por estos pies nuestros que se han de comer la tierra. Desde lugares eminentemente urbanos como París, Nantes, Estrasburgo, Orléans, Lorient, Metz, Cahors, Rennes, Niza... hasta otros purititamente rurales como el Loira profundo, el Périgord o, estos dos últimos años, Bretaña y sus interioridades.

Con todo, uno piensa que es cosa suya, que exagera, que en todas partes cuecen habas... El caso es que cada palabra que pensábamos sobre la forma de comportarse el francés en sociedad: educación, buenas maneras, eso que se llamaba antes urbanidad... dejaban mucho que desear.
Pero la familia francesa que encontramos en Lorient aquella noche con acento español, en general todos los franceses con los que cruzamos varios párrafos ese día (como el tipo de la Citroen de Vigo) corroboraron todos nuestros pensamientos, que se resumen en este exhorto que a buen seguro levantará ampollas y provocará que los gendarmes se lo piensen dos veces antes de volvernos a dejar pisar suelo francés:

Existe una cantidad muy importante de franceses de todos con los que nos hemos cruzado/interactuado que adolece de una falta de educación básica brutal:
-No ceden el paso jamás
-No se apartan, aun flagrantemente molestando
-No se disculpan
-Consideran que el espacio que hay a partir de 2cm de donde tú estás ya son aguas territoriales propias y lo ocupan
-Se cuelan descaradamente...

El caso de la hostelería, tanto recpeción de hoteles, casas rurales, camareros tenemos grandes y elocuentes ejemplos de a quien le dices que no sabes bien francés y aprovecha para, con su mejor acento cerrado seguir soltándote su letanía.
No es escaso el número de camareros que empieza a arrastrar mesas, sillas y sombrillas estruendosamente para "hacerte ver" que cierra.
Y hablando de cerrar, durante esta semana (a lo que añadiríamos ejemplos ya escritos en el blog del año pasado), nos deben de haber cerrado cocinas en las narices una docena de veces:
-Desolé (eso sí, el desolé siempre en la boca) pero son las 14,02 y la cocina de este local puramente turístico sito en una plaza abarrotada de gente cierra a las 14.
-Desolé, los moules sólo por la tarde (¡pero si no hay más que cocerlos 2 minutos!)
-O, desolé, es que es domingo y ya quisieran los que practican el sabbath hacer menos cosas que los hosteleros franceses en domingo.

Y qué hay de esa afición a ponerse en las gasolineras en el surtidor de atrás, ocupando así dos o tres espacios. O esa otra de considerar en las rotondas que ya pararás tú, que él tiene que salir por ahí y sale.

Conciertos y desfiles. Pa qué te vas a mover medio metro si así me puedes meter el codo en el hígado o la mochila en la garganta. O por qué quitarse la gorra de visera kilométrica en un local cerrado.

En fin...

Afortunadamente, y para no ser hackeado por el Grupo Bretón de Indignados por Comentarios Injustos, diremos que, a cambio, hemos encontrado gente maravillosa, súper amable y cariñosa que nos ha engrandecido el viaje. A cambio, volveremos a España y nos toparemos con gente como los camareros del Café Comercial, que de todo hay en botica.

BZH, Bretaña Zona Húmeda, he dicho.
 

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