P. decide que está superado por las circunstancias y que prefiere quedarse en el apartamento viendo lucha greco-romana y haciendo las cosas que uno hace cuando se queda solo en un apartamento. Servidor se baja solito a Lorient.
Mereció la pena.
Para acordarme de dónde había aparcado, dejé una gaviota encima del coche
Esa noche, por ejemplo, descubrí por qué los franceses ganan medallas en tiro de pichón y carabina de 10 metros: ensayan y ensayan desde pequeñitos en las verbenas para poder conseguir Jelouquitis gigantes. Yo no había visto puntería tal en mi vida.
Otro dato comprobado sobre el terreno: el olor a fritanga de las verbenas francesas tendría mucho que pelear con el de las gallinejas y entresijos de Las Vistillas.
Y comprobación número 3: los grupos musicales lamentables pretendidamente celtas se distinguen del resto de grupos lamentables en que aquellos tienen a todos o alguno de sus componentes con falda escocesa y un parecido tremendo con Benzema.
En este caso todos llevaban falda y, además, el batería se había comido a Benzema.
El grupo, FFR, sonaba como el camión de la basura cuando pasa por delante de tu casa.
Hechas todas estas comprobaciones, que serán incluidas en el libro Bretaña-Gandía-Maruecos misma cosa, concedí diez minutos de cortesía al grupo del País de Gales que actuaba en el Quai de la Marine, donde tantos y tantos descubrimientos musicales habíamos hecho (2, concretamente). El grupo se empeña en echarme y a mis pies no se les ocurre otra cosa, bondad graciosa, que dirigirme... nefezto, al pabellón gallego.
El llavero francés que ejercía de camarera (Gabrielle, según luego supe), para hacerlo más agradable aún, tuvo a bien obsequiarme con una botella de Pazo Baión (en serio, ahí te descuidas y te invitan a una mariscada si la hubiere), la cual me pimplé durante las dos siguientes horas recordando la simpatía del personal de hostelería de esta queridísima nación celta, sin duda estable.
De ese tiempo, la mitad lo llenaron Vaamonde, Lamas & Romero (les dije que aparecerían), con un espectáculo de cabaré y música tradicional realmente divertido. No sería la última vez que los vería.
O mago sen par, Suso Vaamonde
Vaamonde, Lamas & Romero, toma 1 (el salto que hay casi al final del vídeo es lo que puede ocurrir cuando se mezclan albariño y nuevas tecnologías, que te bebes el teléfono y filmas con la botella)
Vaamonde, Lamas & Romero, toma 2
O resto foi volver a recupera-lo galego como vehículo comunicacional, algo que de cando en vez estavos pero que moi ben.
Porque resulta que no pavillón galego, cuando caen as 12, as bruxas convértense en meigas e comezan a espallar feitizos de amor por tódolos asistentes. As conversas multiplícanse, as xentes ábrense e o mundo todo seica bailase unha muiñeiriña coma esta que se marcaron os rapaces e rapazas das Beiras do Ulla:
O luar advírteme de que a madrugada é chegada e a noite remata con charlas con diversos gaiteiros de Burela, con Romero e Vaamonde (máis riquiños...) e cun tipo francés que tiña traballado na Citroen de Vigo durante anos e co que me deron as mil.
Y poco más había que hacer, porque los amabilísimos y forzudísimos gendarmes ya andaban restringiendo el paso por la zona del festival.
Bretaña cierra pronto, qué carallo.
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