sábado, 4 de agosto de 2012

04-08-12 I FIL Good

I FIL Good. Eso se leía en todas las marquesinas de autobús y chirimbolos varios.



Bueno, eso, que con no poca habilidad tiramos el coche por ahí, desembarcamos en (nuestro) festival y hummmm, el olor de la fritanga de los chichis vuelve a invadirnos.

...sí, de los chichis (pronúnciese shishí)



  Joé, ¿es que hay que explicarlo todo?

Es fácil sentirse bien aquí.

No así aparcar.






 El edificio más bonito de Lorient (posiblemente el único)

Veníamos cavilando P. y un servidor sobre si la crisis, la prima de riesgo o la nuera de Fraga (QEPD) habrían provocado el cataclismo recortista de eliminar el pabellón gallego, de tan buenos recuerdos el año pasado, cuando ante nuestros ojos vuelve a aparecer el Galice, je vous confie un secret?

Menos mal: Bretaña, país estable.

Y tan estable: todo estaba exactamente como lo habíamos dejado. Hasta Tati, nuestro camarero de Caldas de Reis, nos recordaba. De hecho, igual que el año anterior, sin siquiera hacer un aspaviento, fuimos invitados a una ración.


Repetiremos. Y, en especial, el Pazo Baión, del que nos hicimos adictos.

Al ser sábado, la zona del festival estaba petada (iba a poner abarrotada, pero he pensado que este verbo cuadra más con los tiempos y evita búsquedas innecesarias en Google. Por motivos distintos, deseché hasta el culo de gente). El ambiente era, además, digamos que demasiado festivo en ocasiones.

La actuación que teníamos prevista para esa noche comenzaba con unos gallegos llamados Kirkennay, nombre que, a diferencia de otros como Na Lúa, O Fiadeiro, Luar Na Lubre, Milladoiro... deja a las claras que eran del mismo Betanzos.


La escucha previa en Madrid por su mayespeis me había hecho recelar de su pretenciosidad... la cual se hizo patente al cuarto de hora de concierto.
Intentaron ganarse al público con una muiñeira y alguna otra cosilla más o menos popular, pero un vals, una bossanova y alguna otra payasada adicional (sin acritud, eh) acabaron por cavar su tumba.
Y, adicionalmente, la nuestra.

Nos rilamos apenas a las 12, con un tiempo excepcional y una luna preciosa. Sobre lo que pudo haber ocurrido en el pub irlandés, pero no llegó a ocurrir, esperaremos a mañana.



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